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24 DE JULIO DE 1830, MURIÓ SIMÓN BOLÍVAR, EL LIBERTADOR

24 de julio de 1830 en Santa Marta Colombia murió Simón Bolívar, el Libertador.

Descendiente de una familia de origen vasco que se hallaba establecida en Venezuela desde fines del siglo XVI, y ocupaba en la Provincia una destacada posición económica y social, Simón Bolívar nació en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 1783. Sus padres fueron el Coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y doña Concepción Palacios Blanco. Tenía tres hermanos mayores que él -María Antonia, Juana y Juan Vicente- y hubo otra niña, María del Carmen, que murió al nacer. Antes de cumplir tres años, Simón perdió a su padre, fallecido en enero de 1786. La educación de los niños corrió a cargo de la madre, mujer de fina sensibilidad, pero también capaz de administrar los cuantiosos bienes que poseía la familia. Además de la herencia paterna, Simón era titular de un rico mayorazgo, instituido para él en 1785 por el Presbítero Juan Félix Jérez y Aristaguieta.
Caudillo de la independencia hispanoamericana. Nacido en una familia de la hidalguía criolla venezolana, Simón Bolívar forjó su ideario político leyendo a los pensadores del empirismo y la ilustración (Locke, Montesquieu, Voltaire, Rousseau) y viajando por Europa. En París tomó contacto con las ideas de la Revolución Francesa y conoció personalmente a Napoleón y al naturalista alemán Humboldt.
Afiliado a la masonería e imbuido de las ideas liberales, ya en 1805 juró en Roma que no descansaría hasta liberar a su país de la dominación española. Y aunque carecía de formación militar, Simón Bolívar llegó a convertirse en el principal dirigente de la guerra por la independencia de las colonias hispanoamericanas; además, suministró al movimiento una base ideológica mediante sus propios escritos y discursos.
En 1810, aprovechando que la metrópoli se hallaba ocupada por el ejército francés, se unió a la revolución independentista que estalló en Venezuela, dirigida por Francisco de Miranda. El fracaso de aquella intentona obligó a Simón Bolívar a huir del país en 1812; tomó entonces las riendas del movimiento, lanzando desde Cartagena de Indias un manifiesto que incitaba de nuevo a la rebelión, corrigiendo los errores cometidos en el pasado (1812).
En 1813 emprendió una segunda expedición militar, la «Campaña Admirable», que entró triunfante en Caracas; de ese momento data la concesión por el Ayuntamiento del título de Libertador. Aún hubo una nueva reacción realista, bajo la dirección de José Tomás Boves, que reconquistó el país para la Corona española, expulsando a Bolívar a Jamaica (1814-1815). Pero Bolívar lanzó una tercera revolución entre 1816 y 1819 que le dio el control efectivo de gran parte del territorio; dos años después, tras una tregua, aseguraría la independencia de Venezuela al derrotar a los españoles en la batalla de Carabobo (1821).
Bolívar soñaba con formar una gran confederación que uniera a todas las antiguas colonias españolas de América, inspirada en el modelo de Estados Unidos. Por ello, no satisfecho con la liberación de Venezuela, cruzó los Andes y venció a las tropas realistas españolas en la batalla de Boyacá (1819), que dio la independencia al Virreinato de Nueva Granada (la actual Colombia).
Reunió entonces un Congreso en Angostura (1819) que elaboró una Constitución para la nueva República de Colombia, la cual llegaría a englobar lo que hoy son Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá; el mismo Simón Bolívar fue elegido presidente de esta «Gran Colombia». Luego liberó el territorio de la Audiencia de Quito (el actual Ecuador) en unión de Antonio José de Sucre, tras imponerse en la batalla de Pichincha (1822).
En aquel mismo año Simón Bolívar se reunió en Guayaquil con el otro gran caudillo del movimiento independentista, José de San Martín, que había liberado Chile y penetrado en Perú hasta ocupar la capital, sin lograr pese a ello la rendición de los realistas. Se trataba de estudiar la forma de cooperar en la liberación del Perú, pero ambos dirigentes chocaron en sus ambiciones y en sus apreciaciones políticas; San Martín, que se inclinaba por crear regímenes monárquicos encabezados por príncipes europeos, renunció a entablar una lucha por el poder (poco después se marcharía a Europa), dejando el campo libre a Bolívar.
Bolívar pudo entonces ponerse al frente de la insurrección del Perú, último bastión del continente en el que, aprovechando las disensiones internas de los rebeldes, todavía resistían los españoles. Tras derrotarlos en Junín (agosto de 1824), en diciembre de 1824 obtuvo la más decisiva de sus victorias en la batalla de Ayacucho, que determinó el fin de la presencia española en Perú y en toda Sudamérica. Los últimos focos realistas del Alto Perú fueron liquidados en 1825, creándose allí la República de Bolívar (actual Bolivia).
Bolívar, presidente ya de la «Gran Colombia» (1819-1830), lo fue también de Perú (1824-1826) y de Bolivia (1825-1826), implantando en estas dos últimas Repúblicas un modelo constitucional llamado «monocrático», con un presidente vitalicio y hereditario. Sin embargo, los éxitos militares de Bolívar no fueron acompañados por logros políticos comparables. Su tendencia a ejercer el poder de forma dictatorial despertó muchas reticencias; y el ambicioso proyecto de una gran Hispanoamérica unida chocó con los sentimientos particularistas de los antiguos virreinatos, audiencias y capitanías generales del imperio español, cuyas oligarquías locales acabaron buscando la independencia política por separado.



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